Autoridades, colegas y estudiantes, además de sus familiares y amigos, participaron en una emotiva ceremonia que reconoció su importante legado y destacada trayectoria en la academia y la industria.

El Dr. Simpson, ingeniero civil bioquímico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y Doctor en Ciencias de los Alimentos de Oregon State University, dedicó su vida a la investigación y la formación de nuevas generaciones. Desde el año 2000 fue profesor titular en la USM, donde impartió asignaturas clave en ingeniería y procesamiento de alimentos, destacándose por su vocación, cercanía con los estudiantes y compromiso con la enseñanza de excelencia.
A lo largo de su carrera, el investigador se consolidó como un referente internacional en procesamiento térmico de alimentos, con más de 100 publicaciones científicas, cinco libros y más de 300 presentaciones en congresos. Además, impulsó la colaboración entre la academia y la industria alimentaria, contribuyendo a la creación de programas de Ingeniería de Alimentos en diversas universidades de Chile y el extranjero.
Como reconocimiento a su invaluable contribución, el Departamento de Ingeniería Química y Ambiental instaló una placa en su honor y renombró al “Laboratorio de Procesamiento de Alimentos y Bioprocesos Dr. Ricardo Simpson Rivera”, asegurando así que su legado permanezca vivo en la institución.
Durante la ceremonia, el rector de la USM, Juan Yuz, resaltó la importancia del homenaje, señalando que este no solo era un reconocimiento a su legado, sino también una celebración de su vida y su amor por la universidad. Destacó que “más allá de sus contribuciones científicas y académicas, el profesor Simpson dejó una huella imborrable en quienes lo conocieron, inspirándolos con su ejemplo y enseñanzas”.

Por su parte, el profesor Sergio Almonacid, colega y amigo de Ricardo Simpson, recordó con emoción su calidad humana y profesional. Expresó que, más allá de su excelencia en la investigación, el mayor impacto de Ricardo se reflejaba en la formación de sus estudiantes, muchos de los cuales lo consideraban un mentor y guía en sus vidas profesionales y personales. “Su enseñanza trascendió el aula, dejando una marca profunda en quienes tuvieron el privilegio de aprender de él”.
Los hijos del profesor Simpson también compartieron emotivas palabras, recordando a su padre como un apasionado por la academia. Destacaron su fuerte creencia en el aprendizaje significativo y su capacidad de inspirar a otros, tanto en su vida personal como profesional. Expresaron su gratitud por el reconocimiento otorgado por la universidad y afirmaron que el hecho de que el laboratorio lleve su nombre es un reflejo del impacto que tuvo en la comunidad académica.